Otro Vinicius vuelve a casa en un Madrid líder

El brasileño asombra en el regreso al Bernabéu, con la misma velocidad pero mejor definición. Los problemas defensivos obligan al Madrid a remontar ante el Celta, gracias a un ‘Hat-trick’ de Benzema.

Vinicius celebra su gol con el público.

El tiempo lejos del Bernabéu ha sido como el paso de la pubertad para Vinicius. El futbolista, al que se le hacía de noche entre sollozos al final de cada regate, no regresó a casa. Lo hizo otro jugador, un hombre, igual de vertical, más rápido si cabe, pero, sobre todo, más determinado y preciso. El día en que los aficionados, de vuelta a su estadio, soñaban con ver a Mbappé, encontraron algo que quizás no esperaban, un futbolista del que dudaban, con un patrón similar al del francés, aunque en un segmento muy diferente. Por ahora. El futuro es inescrutable en el césped, mucho más que las certezas que ya deja ver este Bernabéu en obras, el esqueleto de un templo de otros tiempos de los que Vinicius quiere formar parte.

No es el único. También Benzema, el líder natural de este Madrid ya sin Cristiano ni Sergio Ramos, que sacó al Madrid de la situación a la que le llevaron sus vergüenzas defensivas, en un duelo de alternativas con un Celta que tiene más de lo que dice la tabla. Ahí tiene trabajo el bueno de Carlo Ancelotti. También Camavinga, que salta a su nuevo estadio bendecido por el gol. Qué decir de Modric, que desafía a las leyes de la naturaleza y resiste un año tras otro. Todos ellos, con los defectos del equipo a cuestas, dejan a este Madrid imperfecto en el liderato. En realidad, jamás fue perfecto, pero fue ganador. Lo es.

La vuelta al Bernabéu los encontró a la mayoría a punto, incluso a Hazard, que durante el primer tramo mostró al futbolista que el Madrid creyó fichar, el que era en el Chelsea. Fue un Madrid combinativo en ataque, rápido, con desmarques al espacio y un ritmo de juego alto. Sin embargo, necesitó varear mucho al Celta, al verse por dos veces por debajo en el marcador debido a sus problemas atrás. Si el ataque era la cara, la defensa era la cruz.

ERRORES GARRAFALES EN DEFENSA

En los tres primeros partidos de Liga, el Celta sólo había sido capaz de marcar un gol, de penalti. En media hora, algo más de la décima parte del tiempo jugado hasta su llegada al Bernabéu, consiguió dos. El contraste, circunstancias al margen, obedecía a las facilidades encontradas en un Madrid de dos realidades: frenético en casa ajena, inseguro en la propia. Ancelotti ha sabido, hasta ahora, buscar la polivalencia de piezas que parecían fijas con Zidane, hoy en la grada. Sin embargo, el equipo adolece de los ajustes defensivos necesarios, más allá del nivel de los futbolistas. No está Sergio Ramos, es cierto, pero están los suficientes para evitar errores infantiles.

El primero puede justificarlo la bisoñez, al cometerlo Miguel Gutiérrez, pero en el Madrid no hay justificación posible. Buscó un balón hacia dentro, una temeridad, frente a una presión alta del Celta. El lateral fue el primer eslabón de una cadena de errores de menor calado, con Casemiro y Nacho poco contundentes, pero suficientes para que Santi Mina acabara por sacudir el arranque con un latigazo en el área, apenas pasados tres minutos. Fue también por el carril izquierdo por donde avanzó Hugo Mallo a campo abierto hasta servir a Cervi , que pintó el gol en figura, al girar sobre sí mismo, lanzar de espuela al palo y rematar el rechace de derecha. Courtois siguió la pelota como se mira una carambola en una mesa de billar.

BENZEMA, LÍDER Y ‘NUEVE»

Entre uno y otro gol, el Celta sufrió lo indecible y cedió el primer empate, del que se repuso, aunque ya no pudo sobreponerse al segundo, nada más iniciarse la segunda mitad, pese a que los espacios aparecían para desesperación del ‘hombre-boya’, Casemiro, en un partido de marejada. Las dos igualadas correspondieron a Benzema, con remates en el lugar del nueve, fuera en llegada para recibir de Valverde o de cabeza a centro de Miguel Gutiérrez, al que no hundió el primer error. Todo lo contrario. Si no, es imposible ser futbolista de este equipo.

El Celta creyó haber pasado lo peor en el primer tiempo, pero ceder el segundo empate nada más volver del descanso cambió el escenario para siempre. Vinicius cabalgó entonces a campo abierto, giró en busca de Dituro y lo mató con guantes, delicado en la definición, nada que ver con los remates atropellados. Fue un gol con Lexatin.

El brasileño tuvo tiempo de más, de azotar a la defensa de un Celta en el que ni Solari o Nolito, pese a sus intentos, dieron réplica. El día era de un brasileño, capaz de fabricar un penalti en otro recorte y ofrecer a Benzema, el jefe, un ‘hat-trick’ para dejar al Madrid en el liderato. El deseo de Mbappé es cosa del futuro. El presente es lo que Vinicius quiera.

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