Pedri cura todos los males del Barcelona

El Barça rompe al Levante de la mano del canario en una segunda parte en la que le pitaron tres penaltis en contra.

Luuk de Jong  celebra el gol de la victoria del Barcelona.

No sabe el Barça jugar sin divertirse. Su visión del fútbol la construye regodeándose y para eso necesita a jugadores como Pedri y Gavi en el césped. El equipo descarado que se iluminó bajo el influjo de Xavi no puede vivir sin ellos. Tuvieron que aparecer para aliviar el sufrimiento en Orriols, para evitar el segundo tropezón consecutivo, sobreponerse a tres penaltis y, sobre todo, a un Levante que, durante 50 minutos, lo desnudó, le robó cada pelota que intentaba amasar y lo condenó a buscar otro método eficaz para ganar el partido. Eso sin Pedri en el césped fue una odisea.

Comandados por Morales, con pocas florituras por convicción y por necesidad, los granotas cortocircuitaron a un Barça que caía una y otra vez en su trampa. Acostumbrados a dar batalla a los gigantes, y aunque la prioridad es salir vivo de la temporada, nadie en el Ciutat renunció a pelearle al equipo de moda que tuvieron contra las cuerdas. La metáfora perfecta de que la salvación, como la victoria, será el perdón de todos los pecados, que han sido muchos y capitales este año en los despachos y en el césped.

Avisó Morales a los 20 segundos aprovechando un exceso de confianza de Alves con un pase horizontal en la misma frontal del área. Demasiada relajación en un campo donde ha recibido once goles las últimas cuatro temporadas. Trataba de hilvanar el Barça con tan poca precisión que a los granotas les valía solo con robar y correr. Esa era la táctica, tan básica como eficaz en la primera parte. Mientras Xavi gritaba a sus hombres que debían volver cada vez, Morales seguía desquiciando a Araujo y a Alves, tocado por una torsión en el tobillo. Nico, ni apareció, a Dembélé lo paraba Son y el mejor pase que recibió Ferran se lo dio Ter Stegen para que lo estrellara en el cuerpo de Cárdenas.

DESESPERACIÓN

Sí apareció Éric García para quitarle a José Luis Morales un gol maradoniano. El capitán burló a Araujo en la derecha, vio pasillo, se coló a base de quiebros y su disparo lo desvió lo justo el pie de Ter Stegen para permitir al defensa sacarlo bajo los mismos palos. Se desesperaba el Barça sin encontrar cómo frenar al penúltimo clasificado disfrazado de su peor rival en las últimas semanas.

Trata de revivir el Levante ahora que Alessio Lisci se ha asentado en el banquillo. Descarado y tozudo, el joven técnico italiano no quiere un papel en la sombra. Y no lo tuvo al menos hasta la vuelta de los vestuarios. El partido estuvo en el bolsillo de sus jugadores en apenas cinco minutos y lo perdieron en otros tantos.

Ferran tuvo un remate de cabeza en el inicio del segundo periodo, pero fueron los granotas quienes asustaron. Munuera Montero no dudó en pitar un penalti de Dani Alves a Son que Morales convirtió en una ventaja que no podían desaprovechar, porque se la habían ganado a pulso. Tres minutos después, volvió a señalar los once metros por un codazo de Éric García en una pugna con Roger. Quiso lanzarlo el pistolero. Suponía abrir el partido en canal, dejar al Barça noqueado y seguir manteniendo vivo el sueño. Todo eso le pesó en las botas y la pelota, con un golpeo de poca fe, acabó en la manos de Ter Stegen.

Y entonces, todo cambió. Xavi activó su banquillo y dio rienda suelta a Pedri y Gavi. El Barça se transmutó y comenzó a divertirse. Cómo no hacerlo cuando estos dos jugadores están en el campo. El canario fue protagonista, algo que ya no es ninguna novedad. Se asoció con Dembélé para que sirviera el gol del empate a Aubameyang. Como no era suficiente, se coló Gavi hasta la línea de fondo para ofrecer una pelota al corazón del área que, de un toque, envió allá hasta donde Cárdenas era imposible que se estirara. Ya parecía que había pasado lo peor.

El Barça había regalado toda la primera parte, de cabo a rabo, pero había enmendado sus errores justo en el momento oportuno para asestar un golpe anímico al Levante. No es lo mismo ser arrollado por un rival jugón y superior que haber sido capaz de desactivarlo y avergonzarlo.

Sin embargo, cuando parecía que todo estaba escrito, aún apareció de nuevo el colegiado Munuera Montero para ver un penalti de Lenglet a Dani Gómez, recién entrado al campo, que esta vez Melero no falló. Histórico que el Barça tuviera tres penas máximas en contra en un partido y que no significaran que salía derrotado.

Cuando el empate ya dejaba a los azulgrana sin la segunda posición por tardía reacción y apenas le servía a los granotas para rearmarse moralmente, apareció Jordi Alba a la carrera para encontrar la cabeza de gigante Luuk de Jong y darle una victoria al Barça muy sudada. Orriols hace tiempo que no es territorio amigo, pero este Barça del talento supo cómo huir de ese influjo con soltura.

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